Sobre la mesa se encontraban las hojas, perfectamente ordenadas en blanco...Con una fuerza implícita, que sabia iban a tomar en el momento en que se les escribiera encima.
Anónima, nunca tuvo una firma, ni una palabra que diera una pista del autor...Garabatos y pinceladas negras, retazos de mediocridad por el miedo a que alguien entendiera su mente, a que su voz fuera escuchada y que su rostro se viera sin mascara.
¡Dislate! me gritabas mientras la colocabas en mi bulto
¡Distale! sonreias...¡Dislate!
Yo solo saque las lineas de la bolsa plástica, mientras esperaba... Recuerdo que la noche anterior habían brotado unas cuantas lágrimas, me devolví y respondí con un si, y luego comprendí que el dislate no era yo...
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