Random is my second name

Escritos sin sentido, palabras ordenadas que trasmiten mucho o poco, ambiguos... Como yo.


Uno no cree, uno no está, uno no siente, uno no puede, uno no quiere, sigue siendo uno, uno sigue siendo el mismo, uno al que uno quiere, uno al que uno quiso, uno al que siempre le toco girar, porque sabía que el camino con el tiempo siempre termina en alguna curva irregular.
Uno que se pierde entre los ojos, uno que ya no quiere creer, uno que tuvo miedo, uno que ya dejó de temer, uno que encontró la libertad que por años había buscado, uno a quién la verdad liberó, uno el que ya no depende, uno el que ya no se arrepiente, uno el que camina porque quiere.
Uno el que no habla, uno el que siempre calla, uno el inseguro, uno el manipulador, uno el cariñoso, uno y su amanecer, uno el que camina, uno el que se moja, uno el que se niega, uno el que se entrega, uno el que creyó, uno el que todo lo sabe, uno el que lee y uno al que leen, uno no pierde, uno aprende, uno no llora, uno descarga, uno lo sabe pero prefiere esperar, a que con el tiempo las cosas caigan por su propio peso.
Uno, el que era y no era uno, uno por que ya no hay dos, uno por que eran multitud y porque el espacio de uno no era para tres, uno el que tal vez aún quiera creer siendo en mitades, uno el que ya no quiere creer, uno el que está solo, porque quiere, porque uno sigue recto, uno en el espejo y uno en el sillón.
Uno acompañado y uno.
Uno que fue herido, uno que no valoró, uno y uno y uno, porque uno y uno, siguen siendo uno.
Uno no quiere más mentiras, excusas, palabras vacías, tontas, uno no quiere más, uno no, uno.
Siempre
uno.




Y es que ellos fueron, son y tal vez serán


Laberintos curiosos y extractos cotidianos



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