Random is my second name

Escritos sin sentido, palabras ordenadas que trasmiten mucho o poco, ambiguos... Como yo.


El caballero se acerco benévolamente hacia mi persona, con una expresión un poco seria en su rostro, me dijo que me tranquilizara que él sabía lo que hacía, que ya lo había hecho antes y que esta no sería la última vez. Me sentó en la silla y tomó su cuchilla, tomo mi cabello y poco a poco lo fue cortando, en el espejo veía nacer sobre esa maraña un rostro que llevaba tiempo sin observar, y en el piso caían los largos retazos negros que alguna vez me habían acompañado por el mundo. No tuve tiempo ni de poder sostener alguno entre mis manos, al caer al piso se consumían y se convertían en polvo, una vez que ya no pertenecían a alguien simplemente se esfumaban, todo fue muy rápido... después de varios minutos, ya no me quedaba nada sobre mi cabeza, más que las pequeñas marcas que mi cabello había dejado ahí, como para decirme que no los olvidara.
El hombre continúo su trabajo, busco en su maleta unas pinzas delgadas y lentamente me despojo de mi perforación en la ceja, sonrió y me dijo. "A dónde vas no lo necesitaras", luego lo tiro a la basura, hizo lo mismo con la de mi labio, no sin antes gruñir y exclamar que como le molestaba que los jóvenes corrompiéramos nuestro cuerpo de esa manera, por ultimo entre sus dedos se poso una pequeña navaja con filo, mi corazón empezó a latir muy rápido y el pánico se podía ver hasta en mis ojos, nunca me había llevado bien con los objetos de ese tipo, y mucho menos cuando se acercaban a mi cuello, pero el caballero volvió a sonreír y me repitió las mismas palabras que me había dicho antes, que él sabía lo que hacía, que ya lo había hecho antes y que esta no sería la última vez, pero no podía confiar en él, le suplique que por favor me dejara conservar mi barba, que no aguantaría que el tocara mi cuello. El me volvió a ver con sus ojos verdes y suspiro, guardo la navaja en su maletín y saco una pequeña cajita blanca, llena de una crema extraña, tomo su pincel y poco a poco la fue esparciendo por mi rostro hasta que mi rostro moreno se perdió entre esa mascara blanca, saco de su bolsillo una nariz roja y una peluca me dijo que debía de usarlas por el resto de mi vida, que ese era mi papel, divertir y hacer sonreír, que sería un payaso y que nunca más podría llorar, que desde que había nacido me había encaminado mal, pero que al final cuando uno es un payaso siempre encuentra su camino.
Yo solo me quede en silencio mientras mis lágrimas corrían, no podía creerlo, todo lo que había luchado en esta vida, y al final llegaría a ser un payaso, nada más…
Tome mi sombrero y salí corriendo, llegue a la calle principal y me quede en silencio, estático y ausente la gente pasaba y no me notaba, era uno más, era irónico, un payaso que no sonreía, un payaso que no era feliz. Desde esa noche nunca volví a sonreír, me escondí bajo un maquillaje vacio, una máscara más, pero mi sonrisa, nunca volvió a salir. Siempre odie las sonrisas hipócritas, y verme en el espejo me marco.


MELANCOLÍA

A Domingo Bolívar.
Hermano, tú que tienes la
luz, dime la mía.
Soy como un ciego. Voy sin rumbo y ando a tientas.
Voy
bajo
tempestades y tormentas
ciego de ensueño y loco de armonía.

Ese
es mi mal. Soñar. La poesía
es la camisa férrea de mil puntas crüentas
que llevo sobre el alma. Las espinas sangrientas
dejan caer las gotas de
mi melancolía.

Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo;
a
veces me parece que el camino es muy largo,
ya veces que es muy corto...

Y en este titubeo de aliento y agonía,
cargo lleno de penas lo que
apenas soporto.
¿No oyes caer las gotas de mi melancolía?

Ruben Darío


Y si volviera a nacer...¿Qué haría diferente? Soy como la canción... Un soñador... aun duermo con Peter Pan a mi lado, preguntándome si alguien ahí fuera entenderá a un ser humano tan complicado... como yo. Anónimo sentado en el sillón, hablando mis verdades y callando tus mentiras, me convertí en pirómano y mi calle ardió, no sin antes recordar al niño que llora asfixiado por el humo. Un chico educado, un burgués salvaje, un revolucionario en silencio, un socialista empedernido y un capitalista sin capital, certero e inequívoco. Hay tantas cosas que hoy no me gustaría leer, tantas fotos y letras. Quise un final feliz y me quedé en el prólogo.
Ileso, oprimido, casi extinto, más aun que todavia hay cobijas frías... Mejores que vos. ¿Entonces que queda en este mundo infiel? Fuimos clandestinos, estuvimos prohibidos, tal vez por eso las herejias me llenan, y los comentarios de la gente cuando alguna picardia sale a la superficie. Las libertades de la colectividad y los suicidios masivos de neuronas y anhelos emancipados y enagenados. No se si me pueda clasificar, para mayores de edad, pero yo tengo mi historia y por eso los días son breves. Soy yo y los dados no me dejan mentir, dan cero. Hay que decidir rapido y lo mejor es quedarme quieto y esperar. Hay un compromiso, y me queda veneno. Nada ni nadie... Buenas noches, mucho gusto, buena vida.


Vos siempre me dijiste que yo no se lo que quiero, pero hoy se lo que no quiero, y te puedo decir que no te quiero a vos


Y así aprendí a tenerte y no tenerte a mi lado, a tener una mano a medias y un hombro de vez en cuando, a sentir a gotas y nunca del todo, a no poder decirlo, a no poder callarlo, a no poder ni si quiera pensarlo.
Aprendí a verte de largo, a caminar despacio, a tener que guardarlo todo, a quedarme con el beso entre mis labios, y un suspiro atragantado. A tenerte, y a dejarte ir.
Y así fue como aprendí a vivir con y sin ti.....




Y es que ellos fueron, son y tal vez serán


Laberintos curiosos y extractos cotidianos



Soñadores en Facebook